En la actualidad, los jóvenes de 10 a 24 años constituyen una cuarta parte de la población mundial. Obviamente, las aspiraciones y logros de estos 1.800 millones de personas darán forma al futuro. Sin embargo, demasiados jóvenes todavía luchan contra la pobreza, la desigualdad y las violaciones de los derechos humanos y esto les impide alcanzar su potencial personal y colectivo. Por tanto, “invertir en la juventud”, es algo de sentido común.
Un paso seguro y saludable de la adolescencia a la edad adulta es un derecho de todo niño. Para cumplir este derecho, las familias y las sociedades deben asegurarse de que los adolescentes y los jóvenes adquieran los conocimientos y las habilidades necesarios para llevar una vida productiva y satisfactoria.
Sin duda, debido en gran parte a la difusión de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), los jóvenes de hoy tienen mayores expectativas que las generaciones anteriores, con una comprensión más sólida de sus derechos y una visión más clara de lo que son capaces de lograr, en caso de que reciban las herramientas y oportunidades adecuadas. Invertir en esta generación debe ser una prioridad mundial: esto incluye proteger sus derechos humanos y garantizar su acceso a una educación y atención médica de calidad, incluidos los servicios de salud sexual y reproductiva; también incluye garantizar el acceso a oportunidades de empleo decente.
Hay organismos que trabajan en conjunto, y también con otros socios, incluidos gobiernos, la sociedad civil y agencias de la ONU, para promover políticas que apoyen a la juventud. Los programas del Fondo promueven el acceso de los jóvenes a una educación sexual integral y a servicios de salud sexual y reproductiva de calidad, incluida la planificación familiar voluntaria; también apoyan las iniciativas de liderazgo y participación de los jóvenes para ayudar a garantizar que estos tengan voz en las decisiones que les afectan.
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